La Fe cambia tu manera de vivir
¿Recuerdas cuando eras niño y llegaba alguna fecha en la que te daban regalos? Disfrutábamos tanto el quitarle la envoltura a los regalos para saber pronto qué era lo que nos habían dado, al menos en mi caso, ¡muy rara vez me detuve a ver la envoltura antes de arrancarla a pedazos para encontrarme con mi obsequio! De hecho, no recuerdo ningún papel de envoltura en especial pero sí recuerdo la mayoría de los regalos que recibí. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros. El apóstol Pablo menciona en la lectura bíblica del día de hoy que algo similar nos sucede a los hijos de Dios, para que la gente no pusiera su vista en la envoltura, Dios permitió imperfecciones y debilidades en nuestras vidas de modo que cuando la gente viera el poder de Dios a través de nosotros tuviera que concluir que Él era real, pero no solamente lo hizo pensando en los demás sino también en nosotros mismos, de modo que no pusiéramos nuestra confianza en nuestras propias fuerzas sino que aprendiéramos a vivir dependiendo de Dios y su poder, es decir, viviendo por la fe en Él.
La vida cristiana es un reto continuo
Atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Algunos creyentes en su intento por convencer a otros de entregarle su vida a Cristo han presentado la vida cristiana como una vida llena de felicidad sin problemas ni dolor, y aunque ciertamente conocer a Dios trae estabilidad y plenitud a nuestra vida, los problemas y las pruebas no terminan, esto solamente sucederá hasta que estemos en el Cielo junto a nuestro Salvador. ¿Entonces cuál es la diferencia entre un creyente y un no creyente durante las angustias y problemas? Que los creyentes tenemos la seguridad y confianza de que nuestro Dios está en control de todo y nos llevará con bien a través de esta situación. Como mencionaba Pablo no podemos evitar las tribulaciones ni los apuros pero no perdemos la paz ni la esperanza; podemos ser señalados y hasta derribados por las pruebas pero tenemos una ayuda divina que nos levanta y fortalece, llevamos en nuestro ser el Espíritu de nuestro Salvador que lo levantó de los muertos y nos sigue levantando día con día de todo reto y prueba que trae la vida.
La fe renueva nuestras fuerzas
Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. La Biblia define en el libro de Hebreos capítulo 11 versículo 1 a la fe como: la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. ¿De dónde podemos sacar fuerzas en los días en que la tristeza, el cansancio o la rutina nos tienen agobiados? De nuestras convicciones. Una convicción es una idea fuertemente adherida a nuestro ser, ¿cómo podemos adquirir fuertes y mejores convicciones? Solamente a través de una experiencia personal con Dios podemos recibir de Él una
seguridad y certeza de su amor y su existencia. La fe es una cualidad única y personal, cada quien la va desarrollando de acuerdo al compromiso y entrega que permite en su vida hacia Dios y su Palabra escrita que es la Biblia, entre más le buscamos y más le conocemos más nos hacemos sensibles a su voz y su presencia; entre más lo percibimos, más fuerte se adhieren nuestras convicciones a nuestro ser y más convencidos estamos de la existencia de nuestro Creador y de su deseo de desarrollar una relación personal con nosotros. ¿Interesante no? Por eso encontramos en muchos lugares de la palabra de Dios consejos de diferentes hombres que lo conocieron que nos motivan a esforzarnos, a ser valientes, a no rendirnos ni desmayarnos, incluso Jesús mismo dijo en Mateo 10:22 que la salvación era el resultado de una vida de continua perseverancia. Esta es la fe, una determinación interna basada en nuestra relación personal con Dios que nos renueva y nos empuja a seguir creyendo y buscando el rostro de nuestro Salvador.
Conclusiones
Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. El apóstol Pablo menciona en otra de sus cartas (Romanos 10:17) que la fe surge del oír la Palabra de Dios. Si aspiramos a vivir la vida cristiana necesitamos saber que esto significa vivir por fe, es decir vivir cimentados sobre el conocimiento que tenemos de Dios y su Palabra. De modo que si no invertimos en conocerle a través de la oración, tiempos en la iglesia o lecturas de libros cristianos, ni invertimos en leer y estudiar la Biblia nuestra fe no crecerá ni se fortalecerá. Si nuestra fe es débil batallaremos para renovar nuestras fuerzas en los momentos de prueba y aflicción, pero si nuestra inversión en nuestro Padre crece cada día, también crecerá nuestra resistencia al pecado, nuestra estabilidad emocional, nuestra determinación para decirle no a lo que nos daña así como nuestro amor y necesidad por más de Él. Vivamos poniendo nuestra mirada fija en Dios, pues aquello que no vemos de Él tiene un valor eterno capaz de transformar todo lo que podemos ver en nuestras vidas y en las vidas de los que nos rodean.
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