Su Promesa: Regresare por ustedes.
JUAN 14:1. NO SE TURBE VUESTRO CORAZÓN
1No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.
“No se turbe vuestro corazón” (v. 1). Los discípulos tienen mucho de que preocuparse:
• Jesús les ha hablado de traición y de muerte (13:21-30), y él mismo se ha sentido “conmovido en el espíritu” (13:21). Judas está, aún ahora, en medio de la traición (13:30). Los discípulos pueden imaginarse el peligro que se esconde en las sombras – no solo para Jesús, sino para ellos también.
• Jesús ha dicho, “Aun un poco estoy con vosotros… Donde yo voy, vosotros no podéis venir” (v. 33). Para los discípulos, que han dejado todo para seguir a Jesús, debe ser terriblemente desorientador oír a Jesús decir que les deja.
“Creéis en Dios, creed también en mí” (v. 1). Aunque está confrontando la muerte, Jesús no se enfoca en sus propios problemas, sino que consuela a sus discípulos. Su consejo en un momento de desastre inminente es la fe – “Creéis en Dios, creed también en mí.” “
En nuestro mundo de emociones sensibles, es digno anotar que Jesús reconoce el temor de los discípulos, pero no lo apoya. En vez de enfocarse en su temor, les llama a la fe.
Jesús llama a los discípulos a creer, no a causa de la situación sino que a pesar de ella – para asegurarles de las cosas que esperan – para convencerles de cosas no vistas (Heb 11:1). Era ese tipo de fe la que llevó a Abrahán a seguir a Dios sin conocer su destino (Heb 11:8-12). Dios bendijo la fe de Abrahán creando de él una gran nación – Israel – el pueblo de Dios. Jesús bendecirá la fe de los discípulos – una fe que todavía no está completamente presente en esta mesa – al crear de ellos la iglesia – la nueva Israel – el pueblo de Dios.
Jesús llama a los discípulos a creer, no solo en Dios, pero también en él. “Aún es razonable pedir de los discípulos fe y confianza en Dios, pero el mandato ‘crean en mi’ puede significar una asociación peligrosa con un hombre condenado. Puede que sea más de lo que están dispuestos a dar” (Moloney, 393-394). La hora llegará cuando los discípulos crean, pero ahora todavía luchan con creer.
¡Es digno anotar que el consejo de Jesús funciona! Cuando amigos nos dicen que no nos preocupemos, nos preocupamos de todos modos. Sin embargo, cuando seguimos el consejo de Jesús y creemos en Dios y en él, nuestras preocupaciones pierden poder. Si, además, “los que á Dios aman, todas las cosas les ayudan á bien, es á saber, á los que conforme al propósito son llamados” (Rom. 8:28), ¿qué hay que temer? Si Dios está a nuestro favor, ¿qué importa quién esté en nuestra contra? (Rom 8:31). Ese tipo de fe triunfa sobre el temor.
JUAN 14:2a. EN LA CASA DE MI PADRE
2aEn la casa de mi Padre (griego: oikia) muchas moradas (griego: monai) hay.
La frase, “En la casa de mi Padre,” es más personal y más abierta que la palabra “cielo.” La persona que tiene una relación cariñosa con su padre disfruta de privilegios en la casa del padre que normalmente se negarían a los demás. El hogar de Jesús está en la casa del Padre, y promete que también será nuestro hogar.
“Hay muchos lugares para residir” (monai). El Latin Vulgate tradujo monai como “mansiones,” y la Biblia del Rey Santiago hizo lo mismo (“En la casa de mi Padre hay muchas mansiones”). Ese lenguaje es familiar para cristianos más mayores, pero “lugares para residir” es mejor traducción. “El caso no es el lujo de cada apartamento, sino el hecho de que la amplia provisión de viviendas provee más que suficiente espacio para que cada uno de los discípulos de Jesús se reúna con él en la casa de su Padre” (Carson, 489).
La frase “lugares para residir” (monai) también tiene que ver con relaciones. El griego monai es el sustantivo del verbo meno, generalmente traducido como “permanecer” o “permaneciente” en este Evangelio. Jesús usa meno para describir relaciones fuertes:
• “Ni tenéis su palabra permanente (menonta) en vosotros; porque al que él envió, á éste vosotros no creéis” (5:38).
• “El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece (menei), y yo en él” (6:56).
• “Estad (meinate) en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto de sí mismo, si no estuviere (mene) en la vid; así ni vosotros, si no estuviereis (menei) en mí” (15:4 – véase también vv. 5-10).
• “El lenguaje pintoresco de 14:2-3 habla de un lugar sin ambigüedad (‘un lugar,’ ‘la casa de mi Padre,’ ‘muchas moradas’)…. Lo que distingue a tal ‘lugar’ es la seguridad de una presencia divina (‘que donde yo estoy, vosotros también estéis’)” (Brueggemann, 297).
• Jesús “retrata una casa grande con muchas viviendas subsidiarias… como es representado bajo la figura de la ‘ciudad del Dios viviente, la Jerusalén celestial’ en Hebreos 12:22, un símbolo muy elaborado en la visión apocalíptica de la Ciudad de Dios en Rev. 21:9 – 22:5” (Beasley-Murray, 249).
• “La frase significa que hay espacio de sobra para todos los que son redimidos en el cielo” (Alan Richardson, citado en Morris, 567).
JUAN 14:2b-3. VENDRÉ OTRA VEZ Y OS TOMARÉ Á MÍ
2bDe otra manera os lo hubiera dicho: voy, pues, á preparar lugar para vosotros. 3Y si me fuere, y os aparejare lugar, vendré otra vez, y os tomaré á mí mismo: para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
Jesús no abandona a sus discípulos. Su muerte inminente es parte del plan de Dios, pero no es el acto final. Jesús volverá a reunir a sus discípulos pero, primero, preparará un lugar para ellos.
¡Qué privilegio que el Hijo prepare nuestro lugar en la casa del Padre! Cuando viene un huésped, intentamos poner las cosas bonitas. Limpiamos la casa. Sacamos nuestra mejor vajilla y preparamos las mejores recetas. Imagina que Jesús prepare un lugar para nosotros en la casa del Padre. Lo hace con la alegría y la esperanza de que iremos allí. “No debemos fallarle al Padre; dejándole por la eternidad con ese cuarto, diseñado para nosotros, todavía vacío. Dios quiere que toda su familia se reúna, sin que uno falte” (Gossip, 699).
Han habido varias interpretaciones de estos versículos – que la promesa que hizo Jesús de regresar se cumplió con sus apariciones después de su resurrección – o que Jesús vendrá a nosotros en el momento de la muerte. En un sentido ambas de éstas son verdad, pero el significado más profundo es escatológico, significando que Jesús volverá al final del tiempo.
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