UN EJEMPLO DE DEPENDENCIA EN DIOS
“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que El os exalte a su debido tiempo, echando toda vuestra ansiedad sobre El, porque El tiene cuidado de vosotros”. (1 Pedro 5:6-7).Al leer sobre Ester en la Biblia podemos aprender de su ejemplo de sumisión y obediencia. Pero hay algo más que es impresionante en el carácter de esta mujer: su extraordinaria dependencia de Dios.Esta historia es una de las más conocidas de la Biblia, por eso no entraré en grandes detalles. Como sabemos, luego de haber sido elegida Reina, su primo Mardoqueo le solicita ayuda para liberar al pueblo judío de la orden de ejecución hecha por el príncipe Amán. Este hombre deseaba vengarse de Mardoqueo, porque él no le rendía reverencia servil como los demás del pueblo; por tal razón, quiso vengarse destruyéndolo a él junto a todo su pueblo: “Cuando Amán vio que Mardoqueo no se inclinaba ni se postraba ante él, Amán se llenó de furor.Y él no se contentó con echar mano sólo a Mardoqueo, pues le habían informado cuál era el pueblo de Mardoqueo; por tanto Amán procuró destruir a todos los judíos, el pueblo de Mardoqueo, que estaban por todo el reino de Asuero”. (Ester 3:5-6)Ester mantenía su nacionalidad en secreto y es muy probable que la maldad de Amán no la hubiera tocado. Pero ante la petición de Mardoqueo, la reina Ester debía ir ante el rey a interceder por el pueblo. Pero esto no le era tan simple como presentarse y expresar su solicitud. En aquel tiempo existía un protocolo para poder presentarse ante el rey y el que no lo cumplía debía pagar con su propia vida. Es interesante que no vemos a Ester pensando que, por el hecho de ser Reina, podía aparecer ante el rey cuando ella quisiera. Aquí vemos su sumisión y humildad porque ella era cuidadosa de hacer las cosas como se le indicaban sin importar su posición: “Todos los siervos del rey y el pueblo de las provincias del rey saben que para cualquier hombre o mujer que vaya al rey en el atrio interior, sin ser llamado, él tiene una sola ley, que se le dé muerte, a menos que el rey le extienda el cetro de oro para que viva. Y yo no he sido llamada para ir al rey por estos treinta días”. (Ester 4:11)Ante tal situación, Ester era consciente de su necesidad de intervención divina para poder poner en acción la solicitud de su primo Mardoqueo y salvar a su pueblo de una muerte segura. Lo que ella hace, es lo que muchas de nosotros deberíamos hacer cuando las circunstancias de nuestra vida son tan difíciles que parece que fueran imposibles de solucionar. Ester reconoce su dependencia de Dios y que solo la intervención de Dios la puede ayudar: “Y Ester les dijo que respondieran a Mardoqueo:Ve, reúne a todos los judíos que se encuentran en Susa y ayunad por mí; no comáis ni bebáis por tres días, ni de noche ni de día. También yo y mis doncellas ayunaremos. Y así iré al rey, lo cual no es conforme a la ley; y si perezco, perezco.Y Mardoqueo se fue e hizo conforme a todo lo que Ester le había ordenado”. (Ester 4:15-17)Es impresionante que esta sea su primera reacción ante la realidad que estaba viviendo. No buscó aliados políticos, no planeó estrategias, no escribió cartas rogando por su pueblo. Es de mucha confrontación la actitud de Ester para nosotros hoy en día, porque si realmente somos honestas, sabremos reconocer que la mayoría de las veces somos autosuficientes y aunque reconocemos que Dios es quien controla todas las cosas, al momento de enfrentar las diversas circunstancias de la vida, primero pensamos en cuáles cosas podemos hacer en nuestras propias fuerzas y sin siquiera considerar la voluntad de Dios.Al encontrarnos con esta actitud en Ester, debemos reconocer nuestra debilidad ante el Señor y pedir perdón a nuestro Dios por el pecado de autosuficiencia. Muchas veces, aunque sea de manera inconsciente, robamos la gloria a Dios al no reconocer que Él es quien hace posible todas las cosas por su soberana voluntad, que no somos mas que instrumentos en sus manos. No debemos olvidar que le pertenecemos y que todas nuestras circunstancias, nuestras buenas obras y todo o que somos le pertenece a Él. Por eso debemos humillarnos ante Él en total dependencia de su gracia: “Y El me ha dicho: Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, muy gustosamente me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí”. (2 Corintios 12:9). Cristo, también nos modeló su ejemplo de dependencia de Dios para llevar a cabo la tarea que Él le había encomendando. Y aún siendo su hijo no tomaba eso por sentado, ni tampoco violaba la autoridad de su Padre, sino que pasaba tiempo en oración buscando su dirección: “En esos días El se fue al monte a orar, y pasó toda la noche en oración a Dios”. (Lucas 6:12). Si nosotros que estamos por debajo de la estatura de Cristo, cuanto más hemos de necesitar la gracia del Señor en todo cuanto hagamos. “En mi angustia invoqué al Señor, y clamé a mi Dios; desde su templo oyó mi voz, y mi clamor delante de El llegó a sus oídos”. (Salmos 18:6)Ester pudo liberar a su pueblo y el Señor la honró por su confianza y valentía delante de Él. La historia de la valentía de Ester es recordada hasta el día de hoy porque representa la fe de una mujer que supo ponerse delante del Señor reconociendo que su vida, sus privilegios y el momento que le tocó vivir no era para ella sola, sino para bendición de sus hermanos y para la Gloria de Dios.Aprendamos a poner al Señor delante y dejemos de confiar en nuestra razón y nuestros sentimientos. Reconozcamos cuál es nuestra verdadera capacidad y la gran necesidad que tenemos de Él. Sigamos el ejemplo de Ester y de nuestro Señor Jesucristo, dándole la honra y la gloria que sólo nuestro Dios merece. Recordemos que el Señor mira nuestro corazón: “…pues Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón” (1 Samuel 16:7b). Él sabe si tenemos un corazón dependiente de Él y que busca hacer su voluntad. Y si examinamos nuestras vidas y observamos que no tenemos ese corazón ¡Pidámosle ese corazón! Escrito por Ivette Mateo
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